Cuando cese la lluvia by Alberto Meneses

Cuando cese la lluvia by Alberto Meneses

autor:Alberto Meneses [Meneses, Alberto]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Intriga, Novela
editor: ePubLibre
publicado: 2020-08-15T00:00:00+00:00


37

Durante cerca de dos horas Fran y Santi estuvieron interrogando a las personas que trabajaban en el club Paraíso, desde los camareros hasta el personal de seguridad, pasando por algunas prostitutas y las bailarinas eróticas; las que en ese momento estaban libres o tomándose un descanso.

A pesar de que llevaba más de seis meses acudiendo allí casi a diario, Fran nunca se había imaginado que trabajase tanta gente en el club, más de medio centenar de personas. Lo curioso era que nadie parecía haberse fijado en Amanda la noche de su muerte. En cuanto les enseñaba una imagen suya, la mayoría negaban con la cabeza.

—Es mucha gente la que pasa por aquí a diario —aseguró uno de los vigilantes de seguridad— y, aunque no lo parezca, todas las noches hay algún lío. Cuando no es un cliente que quiere tocar la mercancía sin pagar, es un borracho que se pasa de la raya con una de las chicas o una discusión que sube de tono. Siempre atajamos esas cosas de raíz.

Fran miró al orgulloso vigilante de cuerpo musculado y poco más de veinte años.

—Amanda era muy guapa, seguro que te fijaste alguna vez en ella y sus amigas.

—Me fijo en todo el mundo, pero estoy aquí para hacer mi trabajo —aseguró con gesto serio, como si le hubiese molestado el comentario—. Además, Paco es muy exigente en ese sentido.

—¿No pasó nada raro esa noche?

—Un par de tíos discutieron por una de las chicas, por ver quien se la llevaba arriba, a una habitación. Luego hubo otro que mezcló bebida con alguna droga rara porque se desplomó y hubo que llamar a una ambulancia. Por suerte, yo estaba atento y me ocupé de todo antes de que volviese Paco —aseguró orgulloso.

—¿A qué hora fue eso?

—Cerca de las dos de la madrugada. Menos mal que la cosa ya empezaba a aflojar y había menos jaleo.

—¿Y dices que Paco no estaba?

—No. Hasta una hora o así después del incidente no volví a verle. Y es raro, porque él siempre está pendiente de todo lo que ocurre en el local, pero esa noche no sé por qué desapareció durante cerca de dos horas. Por suerte la seguridad funciona a la perfección aunque él no esté.

Fran desvió la mirada hacia la puerta del club, donde Paco charlaba en ese momento con un par de clientes. Conocía al jefe de seguridad desde que había entrado por primera vez en el club, cerca de año y medio atrás. Esa noche había bebido demasiado, como casi siempre en esa época, y Paco le acompañó hasta la parada de trenbús cercana. Así se inició una amistad que se afianzó con el paso del tiempo.

La pregunta que Fran se hacía ahora era hasta qué punto podía uno llegar a conocer a otra persona. Había criminales a los que se les descubría nada más verlos, por sus gestos, su forma de vestir, de expresarse o simplemente por su forma de mirar. A esos se les podía distinguir fácilmente, pero había otros,



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